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 El campeón automático





Cuerpo del artículo:

“Babe” Didrickson Zaharias fue un atleta fenomenal. Este tejano corrió, saltó, montó a caballo y jugó baloncesto y béisbol, con un estilo tremendo.


En las pruebas olímpicas de 1932, ganó cinco primeros lugares en eventos de pista y campo. En los juegos de ese año en Los Ángeles, ganó una medalla de oro en los 80 metros con vallas femeninos, una medalla de oro en lanzamiento de jabalina y una medalla de plata en salto de altura.


Después de los Juegos Olímpicos, Zaharias se dedicó al golf. Aunque empezó de cero, ganó el National Women's Amateur y el British Women's Amateur.


La prensa la aclamó como una “atleta natural”. A menudo se refieren como un "campeón automático".


Pero la verdadera historia detrás del éxito de cuento de hadas de Zaharia fue su minuciosa diligencia. Su éxito vino de la repetición estudiada. En cada deporte que emprendió, fue metódica, deliberada y persistente. Ella no era ni "natural" ni "automática".


Cuando, por ejemplo, jugó al golf por primera vez, no dominó automáticamente el juego. En cambio, estudió el juego cuidadosamente, cubriendo todos sus complejos conjuntos de habilidades, bajo la tutela del mejor profesor de golf que pudo encontrar. Observó todos los elementos del swing de golf, lo dividió en partes y luego lo unió todo en un movimiento fluido.


Además de utilizar un enfoque analítico para comprender el juego, Zaharias también encerró la información en su sistema nervioso motor a través de una práctica exhaustiva. Pasaba hasta 12 horas al día en el campo de golf, golpeando hasta mil bolas. A menudo le dolían tanto las manos que apenas podía agarrar su garrote. Se detuvo solo el tiempo suficiente para vendarse las manos antes de volver a tomar el palo.


Zaharias aprendió a jugar golf de la manera correcta. Comenzó contratando a un maestro excepcional. Analizó cada parte del swing de golf y luego las juntó todas en un movimiento fluido. Practicaba unas 12 horas al día. Ella ejerció la autodisciplina y el autosacrificio. Y ella no dudaba de sí misma. Sus éxitos anteriores habían creado una autoconfianza duradera. Creía que si se aplicaba sería una campeona de golf. Ella demostró que esta creencia era cierta.


Zaharias se arriesgó. Arriesgó su reputación como atleta al probar algo nuevo. También arriesgó el tiempo y el dinero que le costó perfeccionar su nuevo deporte.


Sobre todo, fue metódica en la manera de inventarse a sí misma como campeona de golf. Eligió a un maestro talentoso, estudió todos los aspectos del juego y puso en práctica sus nuevos conocimientos, convirtiendo la teoría en aprendizaje motor, coordinación y resistencia


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